"Escribir un guión es como preparar una salsa: hay que revolver y revolver con paciencia para que vaya tomando cuerpo y consistencia. No hay manera de apurar el proceso."
(Francis Ford Coppola)
Pocos consejos más honestos y menos vanidosos he escuchado en este largo camino del guión.
El buen Francis que, no lo olvidemos, comenzó su carrera como guionista profesional y llegó a serlo de primera línea y hasta ganar un Oscar en 1970 con Patton, sabía como buen profesional (y gourmet) que es el tiempo el que da la pátina final a un buen guión.
Esto es: hay que escribir, alejarse del material y dejarlo "descansar", darlo a leer, escuchar comentarios, volver a él con ojos frescos, reescribir, volver a dejarlo en maceración, volver a darlo a leer, reescribir y reescribir hasta llegar a algo que decentemente podamos llamar un guión.
Escribir guiones no es un misterio (en todo caso no es un misterio que podamos desentrañar en tanto creación), pero exige compromisos y aptitudes no del todo frecuentes para llegar a buen puerto.
La paciencia, virtud fundamental del trabajo artesanal, nunca fue tan bien expresada en el ámbito del cine como por el genial Francis.
Es algo complejo y sencillo al mismo tiempo.
Quien sepa escuchar, habrá incorporado un principio de sabiduría a su labor de guionista.
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